Relaciones políticas de la empresa: un espacio incómodo que se debe abordar

La polarización de la sociedad poco aporta e incrementa la sensación de incertidumbre hacia el futuro que el entorno de negocios rehúye. ¿Y qué puede hacer la empresa frente esto?

 

En los hechos, los negocios dependen no sólo de su administración y las leyes de la economía, sino que también de su entorno y las condiciones que los habilitan. La atención a ese contexto de negocios suele estar asociada al mundo ambiental y social, pero hay un espacio del que poco se habla y que resuena como tabú, dentro y fuera de las empresas, posiblemente por su asociación a prácticas poco transparentes: las relaciones con el gobierno y la política.

 

El mundo en general – y Chile no ha quedado exento de ello –  enfrenta una crisis institucional y política profunda, donde los populismos y la polarización es cada vez más habitual. En el caso chileno, todo ha decantado en un proceso constitucional que nos enfrentará con 17 elecciones repartidas en 8 procesos en los próximos 2 años, incluyendo primarias, plebiscitos y elecciones de alcaldes, gobernadores, parlamentarios, constituyentes y presidente.

 

Negar su impacto en el entorno de negocios sería miope y, sin entrar en legítimas posiciones individuales, tiende a incrementar la sensación de incertidumbre que el entorno de negocios casi por definición rehúye. ¿Y qué puede hacer la empresa frente esto?

 

Cada vez más organizaciones han ido incorporando desde su estructura áreas de asuntos gubernamentales, análisis regulatorio o derechamente de políticas públicas, que buscan dar cierto orden interno y promover una leal y legítima representación de intereses frente al Estado. Ese paso inicial ha dado pie a que estas áreas empujen además un cambio de mentalidad organizacional que por una parte busca generar conciencia del impacto del entorno político dentro de la organización, pero también han ido abriendo los ojos a las mejores prácticas de relacionamiento, a las necesarias conexiones con la sociedad, a eventuales oportunidades de negocios y al manejo de riesgos de la organización.

 

Hoy no existe espacio para prácticas poco éticas – eso no es discutible – , pero ello no significa que la empresa no deba ni pueda relacionarse con el mundo público. Si bien se trata de un espacio poco comprendido e incómodo de abordar, debe hacerse precisamente para generar consciencia de su relevancia y sobretodo para que las prácticas se adecúen a los estándares actuales, no sólo desde lo estructural sino que además desde el cambio de mentalidad que exigen.