Propiciar el diálogo desde las empresas

En el actual momento político, explica Carolina Yachan, socia en Chile, «generar espacios de conversación para los colaboradores, puede ser una oportunidad y un desafiante ejercicio de liderazgo». 

Hace algunos años, probablemente por la década del 2000, cuando las empresas comenzaban a entender la responsabilidad social, las más avanzadas empezaron a conversar con su entorno, situándose como “un buen vecino”.

Estas iniciativas fueron lideradas mayoritariamente por las empresas con actividades productivas que impactaban al entorno directo, el cual se movilizó, entendió su peso ante la contraparte y su poder de negociación. Así –muy resumidamente– comenzaron a gestarse los relacionamientos comunitarios que hoy son parte de la operación de prácticamente todos los actores con faenas productivas. Es más, son parte de las bases de licitación de cualquier proyecto.

¿Por qué traigo esto hoy a la conversación? Porque nuevamente el entorno y las oportunidades, con su peculiar forma de tocar la puerta, están llamando a las organizaciones para que reconsideren su rol, más allá de buen vecino, sino más bien de un buen ciudadano.

Históricamente las empresas han delegado en los gremios los temas políticos, y han evitado tomar públicamente alguna opción u opinión. De hecho, casi se consideraba mal visto; eran temas que corrían por carriles separados.

Con lo anterior no planteo que se tenga que abrazar una ideología, sino enfatizar la situación, para abordar la verdadera oportunidad que se presenta hoy a las empresas: sentarse a conversar con sus colaboradores de lo que está pasando, del momento político, de la incertidumbre, de los temores y esperanzas de cada uno.

¿Por qué? Porque poder estimular un espacio de participación es un ejercicio que genera capacidad adaptativa, tan necesaria para la sustentabilidad y sostenibilidad de las organizaciones. Generar espacios de conversación para los colaboradores puede ser una oportunidad y un desafiante ejercicio de liderazgo.

Al estar atento a lo que está pasando afuera, y compartirlo participativamente con otros que piensan distinto, se genera espacio de inclusión y brinda a las empresas una gran oportunidad de jugar un rol como organización. No con el objetivo de buscar una solución, sería iluso; pero sí de generar un espacio de contención y participación. Son actos que ayudan al sentido de pertenencia, enriquecen como organización y generan un músculo organizacional de escucha e inclusión, que son los valores de las organizaciones más innovadoras.

Cabe recordar que para el actual proceso constituyente que vive Chile, algunas empresas generaron exitosos espacios de aprendizaje para sus colaboradores en relación a las implicancias de una nueva Constitución. ¿Por qué no seguir este ejemplo?

En los desafíos adaptativos, las soluciones no vienen de fuera; hay que aprender como equipo a identificar el camino de salida, y para eso tenemos que ponernos de acuerdo y conversar. Comencemos por nuestra realidad país.