La crianza es un máster de liderazgo – Diario El Mercurio

Ignacio Martin Maruri
Columna para Diario El Mercurio

Hace poco una profesional colombiana le dijo a mi mujer, que es coach ejecutiva-parentalidad, que había vuelto de su “incapacidad maternal” y no sabía cómo retomar sus labores profesionales. Esta idea de incapacidad es muy extrema, pero muestra que para muchas mujeres la crianza es una especie de paréntesis laboral, un tiempo perdido, que se vive con angustia e incluso con culpa.

Esto es debido a que las empresas, también lo ven como un periodo de pérdida de productividad y aumento de gastos. Un tiempo perdido que limita las posibilidades, esencialmente de las mujeres, de desarrollar su carrera profesional.

Sin embargo, hablando con Ronald Heifetz profesor de liderazgo de Harvard, me decía que la crianza es un máster en liderazgo. Por supuesto no se refería al liderazgo tradicional centrado en el micromanagement, el comando y control, la planificación de tareas y el cumplimiento de objetivos: ya tenemos la cuna y el carrito, hemos comprado la ropita, etc. Sino desde la perspectiva de un liderazgo entendido como movilización del cambio. Porque, ¿qué mayor cambio hay que ser padre o madre?

Un recién nacido es un desafío adaptativo. Obliga a repensar el sistema familiar y a revisar los roles y funciones. Te fuerza a ser creativo e innovar. A tener conversaciones difíciles, a gestionar las emocionalidades y a integrar la diversidad de perspectivas y valores para poder llegar a acuerdos con tu pareja y tu red de apoyo.  Además, una crianza consciente, te lleva a una profunda introspección que te permita encontrar tu propia manera de criar, evitando replicar automáticamente prácticas familiares que ya no sirven. A fijarte en como ejerces la autoridad, cómo te desenvuelves en la incertidumbre y en situaciones de crisis. Pero sobre todo la crianza consciente requiere generar un espacio de seguridad psicológica que permita el desarrollo del bebé y el progreso de toda la familia. Lo mismo que harías con un equipo de alto rendimiento. Todas estas son capacidades de liderazgo fundamentales en un mundo en cambio acelerado.

Cambiar la concepción de la crianza y verla como un espacio de desarrollo del liderazgo, puede ayudar a vivirla de forma más positiva y no como un lastre para la carrera profesional. Para ello sería fundamental que las empresas también valorasen ese tiempo como un espacio de formación crítico, para hombres y mujeres, antes de asumir puestos de liderazgo. Este cambio de mentalidad ayudaría a una mayor igualdad de género, a mejorar la conciliación, a desarrollar un liderazgo más adaptativo y sobre todo a criar bebés más felices. Esperemos que la crianza sea pronto un punto importante de nuestro currículum.